viernes, 18 de marzo de 2011

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Candela lloraba en la cocina cuando sintió las primeras contracciones. Estaba sentada en el piso, sobre las baldosas frías de mármol, con las dos manos sobre la panza inflada, a punto de estallar, y la cara hinchada, húmeda por las lágrimas. No podía dejar de pensar en esa hija que traería al mundo, en cómo se sentiría al saber que su padre no estaba, que nunca iba a estar. Lloraba porque le dolía el alma, porque el miedo no se le salía del cuerpo, no la dejaba respirar; pero también se llenaba de gritos y lágrimas por las contracciones, que cada vez se hacían más insoportables.
Martín se deprimía al ver a Candela en ese estado. La sola imagen de una mujer embarazada, con la panza hecha un globo llorando en el piso helado de una cocina le parecía de telenovela. Por eso trataba de no estar mucho en la casa, solo lo indispensable para dormir, bañarse y comer algo a la noche, encerrado en su cuarto frente al televisor. Le daba impresión ver a Candela tan embarazada, como a punto de explotar, pero más terror le causaba la idea de que sería él quien se encargaría de estar en el momento clave, cuando fuera necesario cargar a la futura madre, intentar calmarla, llamar a una ambulancia o llevarla manejando hasta la clínica, haciéndola respirar profundo, como en las películas. Solo pensar en esa escena le producía un pánico indescriptible.

Candela rompió bolsa justo el día en que Inés, su madre, tenía que visitar a su psiquiatra. Mientras lloraba en la cocina sintió que algo se le quebraba por dentro, explotaba como una bombita de agua en carnaval, y a los pocos instantes un líquido cálido y medio sangriento se derramó entre sus piernas. Su primera reacción fue dejar de llorar, pensar en los pasos a seguir, ponerse en acción. Después se dio cuenta de que estaba sola, de que Inés se había ido al médico y Alberto a esa hora ya estaba en el club viendo algún entrenamiento de rugby. Entonces escuchó la puerta de calle a punto de abrirse, la llave metiéndose, y enseguida pidió auxilio. Eran las siete de la tarde y Martín llegaba de la oficina. Cuando fue a la cocina, guiado por los gritos de ayuda, y se encontró con esa escena tan temida, lo primero que dijo fue: “¿Estás sola?” Luego trató de ayudar a su hermana, pero no sabía por dónde empezar. “¡Una ambulancia, dame el número de la ambulancia! ¿Cómo es? ¿Dónde está?”, le dijo a Candela, con el pulso acelerado y las manos temblorosas, tratando de sostener el teléfono. “No, una ambulancia no, va a tardar más, llevame al sanatorio que ahí tienen todo listo”, contestó su hermana, con las palabras quebradas por el dolor.
Martín maldijo a su suerte por haberlo depositado a esa hora, en ese lugar. Pero no le quedó otra alternativa que hacer eso que siempre había visto en la tele y tanto rechazo le producía. Buscó una toalla para que Candela pudiera secarse, la ayudó a levantarse, le puso un abrigo gigante para cubrirla entera y llamó al ascensor para bajar hasta la cochera. Le daba impresión tocar a su hermana, abrazarla, y no supo qué decir para calmarla o alentarla, así que se quedó callado, esquivándole la mirada. Una vez en el auto manejó rápido, sin respetar señales de tránsito o el cruce de los peatones, hasta que tuvo que frenar de golpe para no chocar. El ruido fue agudo, largo, y él pensó que había llegado el final, que terminarían estrellados y tal vez esa era la mejor solución para terminar con una situación tan horrible. Pero el auto frenó, no hubo accidente, y Martín no tuvo tiempo de escuchar las puteadas del otro conductor, que lo acusaba de inconsciente y suicida. Siguió su camino, hasta que finalmente llegó a la clínica, donde el personal, acostumbrado a estas escenas, se ocupó de todo lo demás.
Media hora después llegó Inés, que había escuchado los mensajes desesperados de Martín cuando terminó su sesión con el psiquiatra. Alberto no usaba celular, así que nunca se enteró de nada. Recién a las doce de la noche, cuando regresó del entrenamiento, supo que había sido abuelo.

Candela quiso que Inés entrara con ella a la sala de partos, que fuera su madre la que le sostuviera la mano mientras trataban de sacarle un bebé de la panza. “Pujá, pujá, respirá profundo, vamos Candita, aguantá, que ya sale”, la alentó Inés, aunque sus esfuerzos eran inútiles, porque el bebé no salía. “Vamos a tener que practicar una cesárea, el chico no sale, parece que está enredado con el cordón umbilical”, explicó el médico a cargo. “¡Pero usted es un inútil! ¿Recién ahora se da cuenta? Llevamos media hora acá sufriendo con la chica que se retuerce del dolor, así que hágale cesárea o lo que mierda sea para calmarla un poco”, se quejó Inés, que perdía lo modales cuando se trataba de hablar por sus hijos. En vez de gritar, de patalear o maldecir a todos a su alrededor como hacía la mayoría de las parturientas, Candela permaneció en silencio, con los puños apretados, los ojos cerrados, el ceño fruncido, arrugado por la tensión, pero siempre callada, como si tuviera prohibido manifestar sus dolencias. Inés conocía de memoria los gestos de su hija y sabía que, aunque ella no dijera nada, estaba sufriendo como nunca antes.

Finalmente la cesárea fue un éxito y Clara nació rebosante de salud y vitalidad. Más tarde, cuando Martín pudo entrar a la habitación, Candela le pidió que alzara a su hija, una beba algo machucada que no paraba de chillar. “Tomá, es tu ahijada, hacela callar”, le dijo Candela en broma, y Martín sintió el mismo pánico que hacía unas horas, cuando llegó a su casa y se dio cuenta de que él estaba a cargo de todo.

22 comentarios:

  1. Wow!!! no me imagino a Martín fungiendo de partero jeje
    Como siempre me quedó corto :( ...esperaré el cuarto capítulo
    Besos

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  2. Que bueno se pone esto!! Quiero leer mas y mas!!!
    Gracias por compartir con nosotros Candy.
    Chaufas guapo!!

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  3. Waoo todo esta lindo sigue escribiendo i subiendolos capitulos estan bien escritos ....

    Te Queremos Luis

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  4. cada vez se pone mas interesante la historia.....leo y me imagino lo que ocurre en la escena.....no soy mamá aún pero ese dolor debe ser incomparable....

    saludos desde el callao - Perú

    Atte.

    Melissa..

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  5. OHhh!!! qe genial, qbonito :) !!!
    q tngas buen finde!!

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  6. Que momento difícil Martín, saber que a esa edad tan temprana depende de tí una hermana parturienta atormentada por los dolores, y un pequeño ser en la vía rápida del camino tortuoso y malhadado que llamamos vida.
    Otro capítulo que nos deja con ganas de más ...
    Saludos,

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  7. No entiendo por que Candela no le dijo nada a Mariano .. pero bueno Pobre Martin la que le espera .. desde Lima =)

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  8. Oye, creo que voy a dejar de leer porque solo me haces llorar bububu... y me temo que todo va a ser así: íntimo, comprometido, cálido... qué bonito escribes caray, y pensar que ni te conocíamos aquí donde sólo eras "el novio argentino" y que yo pensaba que eras un invento más del loco...
    Gracias por lo que pones. A mí también me hicieron cesárea...
    A Kathy: gracias por lo que cuentas, nos podemos hacer amigas gracias a Corbacho ¿no? Un besote y bendiciones para los dos.

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  9. Awww esta historia remueve todos mis instintos maternales ♥ jajaja. Me encantaa :D , pobre Martín pero así son las responsabilidades con un bebito no ? :D
    Grandioso. Saluditos :D

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  10. me perdi!!! osea Candela hasta el momento del parto no le dijo a Mariano q iban a ser padres, o este se hizo el desentendido del tema???

    La novela si que atrapa, suerte Luchito!!!!!

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  11. Luisito,
    En este capítulo de Candy me trajíste un recuerdo de mi infancia,yo tenía 12 y mi hermano 9;viviamos con una prima por varios años quien había salido embarazada y el padre no queria hacerse cargo.Recuerdo que yo estaba jugando con mis amigas en la calle,mis padres estaban trabajando,cuando de pronto llegó corriendo-asustado mi hermano,pidiendome que vaya a la casa urgente que la prima estaba sangrando y que iba a dar a luz...te confieso me impresioné tanto que no quizé ir a la casa porque no sabía que hacer...felizmente la prima se armó de fuerzas,se fue al hospital y tuvo un bello bebe,pero claro el que se quedó impactado fue mi hermanito que vió mucha sangre cuando se le rompio la bolsa a nuestra prima....

    Por otro lado me gustó mucho cuando dices:"Como una bombita de agua en carnaval"en Perú le decimos :globo de agua,:-)

    Un beso,

    Panay

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  12. no sabes como adoro tu novela.. espero el siguiente capitulo pronto

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  13. Realmente es muy lindo que tengas el detalle de compartir Candy con tus ciber-lector@s, Luisote. El ritmo de lu-mi-vi me parece perfecto y -como lector añejo de MrB que ya sabe el final de la historia- lo que me tiene enganchado es obviamente el "cómo" nos la va a contar MrC.

    No recuerdo si ya te dije que hace medio año escribí un artículo "hermanas y cangrejos" dedicado a tres chicas confrontadas con el diagnóstico cáncer: una de ellas hermana de un amigo de colegio, la segunda inspirada en Candy a partir de las columnas de MrB (con las licencias poéticas correspondientes, ud. me disculpará) y la tercera dedicada a mi propia hermana.

    Cuando estés "al re-pedo" puedes echarle un vistazo en:

    http://muchachoinquieto.blogspot.com/2010/09/hermanas-y-cangrejos.html

    ¿Así que amenazas con volver a LIMArte dentro de poco? ;) Te está gustando ser una celebrity de Chollywood, ¿eh? Que lo disfrutes... pero ojo, siempre con mucho cuidado, ya viste lo que pasó con la urraca.

    Forza, Luisote! Un bacio a Baires...

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  14. Gracias a todos y todas por leer!
    Gracias Muchacho por tu comment, ya me pongo a leer tu blog.
    Espero que la novel te guste!
    Besossss

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  15. Ya sé quien sos, SERGIO!!!
    jajaja
    O me quivoco?
    Besossss

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  16. Biiiingo, muñeco! Milagro que con esta avalancha de Peruvian readers que te has echado encima you still remember me - jajaja - something's gotta give! ;)

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  17. Esta historia se pone cada vez mas interesante , gracias Luis por compartir este libro con nosotros .

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  18. Luchiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
    Eres un exito!, tu novela es genial y seguro que la tercera también lo será, no puedo esperar más para seguir leyendo candi!!!!

    Date una vueltita por mi blog, me gustaría que lo leas, lo he renovado un poco.

    Besos

    http://churruminoss.blogspot.com

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  19. Qué pasó con el cuarto capítulo¿?
    Saludos

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  20. asu que miedoso es Martín..creo qeu el teme a la responsabilidad.. asi eres tú ?? o es ficción

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  21. Se me vino a la cabeza la cara de estress de Martin, pobre!
    Y pobre Candy, debe ser una mierda dar a luz, tener un hijo, uhh soportarlo 9 meses...
    Bueno nene muy cortos los capitulos me dejan con ganas de mas.
    besos

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  22. un exito, me engach'o :)

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